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Publicado en: 16/12/2014

The Lancet: Se necesita una acción a nivel mundial para hacer frente a crisis velada de la violencia contra las mujeres y las niñas

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Las medidas actuales para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas son insuficientes, según una nueva Serie de estudios publicados en The Lancet. Se estima que a nivel mundial una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja, y que un 7% de las mujeres serán víctimas de agresión sexual por parte de otra persona distinta de su pareja en algún momento de su vida.

Y sin embargo, a pesar de la crecida atención que se presta en el mundo entero a la violencia perpetrada contra las mujeres y las niñas, y a los últimos avances en el conocimiento acerca de la manera de plantar cara a estos abusos , el nivel de violencia contra las mujeres –incluidos la violencia ejercida por la pareja, la violación, la mutilación genital, la trata de blancas y los matrimonios forzados– sigue siendo inaceptablemente alto, entrañando graves consecuencias para la salud física y mental de las víctimas. Los conflictos y otras crisis humanitarias pueden exacerbar la violencia ya existente.

Entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres de todo el mundo han sido sometidas a mutilación genital, y solo en África más de tres millones de niñas corren el riesgo de sufrir esta práctica cada año. En el mundo entero, unos 70 millones de niñas se han casado antes de los 18 años, muchas de ellas contra su voluntad.

Si bien muchos países han hecho considerables progresos hacia la criminalización de la violencia contra las mujeres y la promoción de la igualdad entre los sexos, los autores de la Serie sostienen que los gobiernos y los donantes tienen que aportar recursos financieros suficientes a fin de que sus compromisos verbales se traduzcan en verdaderos cambios. Incluso cuando la legislación es avanzada, son muchas las mujeres y las niñas que siguen sufriendo discriminación, experimentando violencia y careciendo de acceso a servicios sanitarios y jurídicos imprescindibles.

Se necesitan medidas para hacer frente a la inequidad de género

Importa señalar que, examinando los datos más recientes, los autores sostienen que no se está haciendo lo bastante para evitar desde un principio la violencia contra las mujeres y las niñas. Aunque han aumentado los recursos destinados a prestar apoyo a las mujeres y las niñas después de una situación de violencia (p. ej. acceso a la justicia y atención de urgencia), las investigaciones indican que se necesitan medidas para hacer frente a la inequidad de género y otras causas profundas de la violencia a fin de prevenir todas las formas de abuso, y de ese modo reducir el nivel de violencia en general.

“A escala mundial, una de cada tres mujeres experimentarán violencia ejercida por su pareja y/o violencia sexual por parte de personas distintas de su pareja a lo largo de su vida, lo que muestra que es necesario invertir más en prevención. Desde luego, tenemos que fortalecer los servicios prestados a las mujeres que sufren violencia, pero para que haya un verdadero cambio en la vida de las mujeres y las niñas, debemos trabajar en pro de la igualdad entre los sexos y la prevención de la violencia antes incluso de que se manifieste”*, explica la codirectora de la Serie, Profesora Charlotte Watts, Directora fundadora del Gender Violence and Health Centre de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Londres, Reino Unido. “Ninguna varita mágica va a suprimir la violencia contra las mujeres y las niñas. Pero la realidad nos dice que el cambio de las actitudes y comportamientos es posible, y puede lograrse en menos de una generación”.

En última instancia, dicen los autores, trabajar tanto con los autores de los actos de violencia hombres y niños) como con las mujeres y las niñas será fundamental para conseguir un cambio duradero, mediante una transformación profunda de arraigadas normas sociales sobre las relaciones entre los sexos y la insidiosa creencia de que las mujeres son inferiores.

La violencia se suele considerar un problema social y de justicia penal, y no como una cuestión clínica o de salud pública, pero el sistema de salud tiene un papel decisivo que cumplir tanto en el tratamiento de las consecuencias de la violencia como en su prevención.

“Los prestadores de atención de salud suelen ser el primer punto de contacto de las mujeres y las niñas que sufren actos de violencia”, dice la codirectora de la Serie, Dra. Claudia García-Moreno, médica en la OMS, Ginebra, que coordina las investigaciones y políticas sobre la violencia contra la mujer.

“La temprana identificación de las mujeres y los niños víctimas de actos de violencia”, añade la Dra. García Moreno, “junto con una respuesta de apoyo eficaz, puede mejorar la vida y el bienestar de las mujeres y ayudarlas a acceder a servicios de vital importancia. Los prestadores de atención de salud pueden transmitir un potente mensaje, a saber, que la violencia no solo es un problema social sino también una práctica peligrosa, malsana y nociva, y pueden liderar la acción de prevención en el seno de la comunidad. La comunidad sanitaria está desaprovechando importantes oportunidades de integrar eficazmente los programas relativos a la violencia en las iniciativas de salud pública referentes al VIH/sida, la salud de los adolescentes, la salud de la madre y la salud mental.”

Adoptar cinco medidas fundamentales

En la Serie se insta a las instancias normativas, los profesionales de la salud y los donantes de todo el mundo a que intensifiquen los esfuerzos para poner coto a la violencia contra las mujeres y las niñas mediante la adopción de cinco medidas fundamentales.

Primero, los gobiernos deben asignar los recursos necesarios para afrontar el problema de la violencia contra las mujeres con carácter prioritario, reconociendo que es un obstáculo para la salud y el desarrollo.

Segundo, deben modificar las estructuras discriminatorias (leyes, políticas, instituciones) que perpetúan la desigualdad entre los hombres y las mujeres y propician la violencia.

Tercero, deben invertir en el fomento de la igualdad, los comportamientos no violentos y el apoyo a los sobrevivientes sin estigmatizarlos.

Cuarto, deben reforzar el papel del sector de la salud, la seguridad, la educación, la justicia y demás sectores pertinentes ideando y aplicando políticas de prevención y respuesta en todos estos sectores, e integrando la prevención de la violencia y la respuesta al respecto en las actividades de formación.

Por último, deben prestar apoyo a la investigación y la programación para saber qué intervenciones son eficaces y cómo llevar a la práctica los resultados.

Según la coordinadora de la Serie, Dra. Cathy Zimmerman, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Reino Unido, “Ya disponemos de algunos resultados prometedores para mostrar qué es lo que funciona para prevenir la violencia. Nuestro próximo desafío es hacer extensivos estos datos sobre las respuestas de prevención y apoyo a muchos más entornos y formas de violencia. Y lo que es más importante, debemos transformar con urgencia esos datos en una acción efectiva para que las mujeres y las niñas puedan llevar una vida libre de violencia.”

En un Comentario que acompaña la Serie, el expresidente de los Estados Unidos de América Jimmy Carter, fundador del Carter Center, dice: “Abrigo la esperanza de que los líderes políticos y religiosos den un paso adelante y usen su influencia para comunicar claramente que la violencia contra las mujeres y las niñas debe cesar, que estamos defraudando a nuestras sociedades, y que este es el momento de ejercer el liderazgo”.